05 octubre 2008

EL RELOJ

Por MN Luis Matos –Jaque Matos

¿Cuál es la pieza más difícil de mover? Maglene, quien se dedicó por años a enseñar ajedrez a niños de muy temprana edad, asegura que, quienes más rápido captan el movimiento del caballo, suelen ser luego los más aventajados.

Después parecería que la “dificultad” cambia de pieza. La mayor ocurrencia de errores, si las clasificamos según la pieza mal movida ¡o dejada de mover! se traslada a otros trebejos a medida que los principiantes escalan posiciones, enfrentan a mejores o ganan ELO, según querramos medir el ascenso.

El principiante suele ser muy táctico y pronto las partidas tienen un ganador, normalmente durante el medio juego. Demuestra agilidad en el movimiento de alfiles y dama. Hasta el propio caballo es dominado por el novel ajedrecista. El peón sólo sirve para abrir diagonales y a menudo es utilizado como el gran suicida. Quizás aún no lo sabe, pero el peón pasa entonces a ser el más difícil de mover. Ya Filidor, Nimzowitch y Grau nos aconsejaron al respecto. ¿Y la torre? Esa parece fácil hasta que empezamos a perder finales de torre y peones, ¡algunos de ellos hasta con ventaja material!.

Asciende el novel a instancias superiores y compite en certámenes de importancia. Lee sobre estrategia y táctica; mejora su nivel y enfrenta a otros más avezados. Estos contrarios no son los mismos. Estos rivales adivinan sus planes. Estos nuevos enemigos responden en forma agresiva. Ya los enroques de nuestro principiante no son la fortaleza de antes. El Rey es ahora la pieza más difícil de mover.

Empieza a pensar… o a perder!!. Hasta que al final llega el momento de la verdad: la pieza verdaderamente más difícil de mover… ES EL RELOJ!!

Si pienso mucho, al final no tendré tiempo, cometeré errores e incluso correré el riesgo de perder por tiempo. Cuando me apuro, cometo antes los errores.

Algunos tardan en advertirlo. Es fácil descubrir quienes son. Se les cae la aguja y le echan la culpa a la mala suerte. O simplemente responden con la frase más antigua y más repetida a la salida de las salas de torneos: “La tenía ganada”.

No progresará hasta que no se cuenta que debe aprender a mover la pieza más difícil. El entrenador, que no enseñe a mover esa pieza, no merece tal título.

Tiempo después, cumplido mi término como jugador activo y/o por vocación natural, me convierto en árbitro. Pero el reloj no me abandona. De hecho ¡parece perseguirme!. Y vuelve a ser difícil de manejar. Ahora me exige responsabilidad, quizás más que antes. Ahora demanda atención muy especial de parte mía.
Ajedrez clásico:

En esta modalidad, nuestra labor incluye las siguientes tareas:
1: Vigilancia y control de los tiempos de cada contrincante.
2: Provisión y previsión de suficientes relojes para el certamen.
3: Anticipación para resolver las posibles situaciones que pudieran surgir.
El árbitro debe observar todos los relojes de los tableros adjudicados para su supervisión. Cuando un jugador consume todo su tiempo, la partida concluyó y, en el “ajedrez clásico”, el árbitro está obligado a intervenir, detener la partida, adjudicar el resultado y seguir con la rutina acostumbrada (o exigida según las condiciones) en cuanto a planillas de anotación, registro del resultado, informe a la “mesa técnica”, etc.

Aunque el árbitro no es normalmente el responsable de proveer los relojes a utilizar en el Torneo, por ser quien tendrá mayor contacto con los participantes de la competencia, a él será a quien llegarán todos los reclamos si hubieran fallas en la dotación y buen funcionamiento de los relojes a ser utilizados. Y esos posibles reclamos, como bien lo sabe el árbitro, no vendrán exclusivamente de los jugadores. Seguramente los entrenadores, los capitanes de equipo, los delegados y hasta los familiares (especialmente en torneos infantiles y juveniles) muy pronto se unirán al coro de quejas.

De allí que el árbitro esté obligado, por su propio buen desempeño, a revisar, antes de iniciar la primera ronda, la cantidad, calidad y buen desempeño de los relojes, incluyendo algunos de repuesto que necesita tener a la mano, más uno que suele olvidarse: aquél que vá a ser utilizado como “reloj oficial” para dar inicio a las partidas y declarar los forfeits… ¡exclusivamente por ese reloj!.

¿La dotación del Torneo incluye relojes eléctricos y/o electrónicos? ¡Funcionan con baterías! Revisa de cuáles tipos y nunca está demás que tengas algunas pilas nuevas por si acaso. Un por si acaso mucho menos raro que lo que parecería. Algunos relojes quedan funcionando en sus cajas y, cuando los voy a colocar para la primera ronda… por allì surge alguno que no funciona porque “se quedó sin batería”

Ubicación de los relojes:

¡Nó! El reloj nó vá a la derecha del jugador que conduce las negras. Los relojes van donde el árbitro así lo decida. Y eso depende exclusivamente de su facilidad para controlar los tiempos de los ajedrecistas, y, en consecuencia, donde tenga mayor acceso visual.

El jugador que conduzca las piezas negras decide donde se sentará, normalmente (pero no obligatoriamente) donde pueda accionar con mayor facilidad para combinar el movimiento de sus piezas, el accionar del reloj y la anotación de las jugadas en la planilla.

Analógicos, digitales, mecánicos, eléctricos y electrónicos:

Hay tanto tipos de reloj que tal abundancia requiere especial atención de quien aspire a ser árbitro. Y cuando tenga que actuar en un Torneo, con incremento de tiempo por jugada realizada, le conviene revisar (antes de la primera ronda) cómo funcionan los relojes a su cargo.

¡Si, ya sé: es fácil! Varias veces he oído la frase. Tantas veces también hé visto al árbitro mirar al “nuevo modelo” (sin el correspondiente manual a la mano) preguntándose: “¿y cómo se programará éste?”.

Y los mecánicos fallan, especialmente los más golpeados por el uso inclemente de los jugadores a cinco minutos. Y andan más lentos que el resto, y de repente, cuando Ud. está precisamente más ocupado, oye que lo llaman: “¡Arbitro: el reloj de mi contrincante no funciona!” Y Ud. está obligado, cuando todas las demás agujas se están cayendo, a tomar una decisión sobre cuánto tiempo le tiene que sumar o restar a algún reloj. Revíselos antes y seguro se ahorrará tiempo, presiones y disgustos.

Si el certamen no contempla incrementos de tiempo por jugada realizada, durante los últimos cinco minutos de la partida (o de la fase si está pautado a determinada cantidad de movimientos por un lapso finito, más otros tantos o “a finis” para el resto) al ajedrecista le está permitido abstenerse de anotar las jugadas. Pero ¡ojo! sólo a quien está en apuros de tiempo. Si a su contrario le restan más de cinco minutos ¡tiene que seguir anotando! y el árbitro TIENE que obligarlo a anotar. ¿Es un trabajo antipático? Es posible, pero, para el árbitro, al menos mientras se desarrolla la partida, lo primero es el cumplimiento exacto de las normas.

Artículo 10.2:

Si el torneo se realiza con relojes electrónicos, donde puedan hacerse incrementos cada vez que el ajedrecista oprime su botón de juego, y las reglas establecen 30 ó más segundos por movimiento realizado, los competidores estarán obligados a anotar todas sus jugadas y no se aplica la regla 10.2
Los árbitros actuarán en consecuencia obligando a los jugadores, adicionalmente a todo lo anterior, a anotar sus movimientos antes de oprimir el reloj. Sólo una jugada del contrario y una propia pueden estar omitidas en la planilla. ¡Y el árbitro debe ser implacable y justo al aplicar la regla!
El dominio de este articulo, por parte del árbitro, es tan importante, que seguramente merecerá un comentario especial y un artículo dedicado por completo.

Rápidos y relámpagos:

A menos de media hora, ni Ud. como árbitro, ni mucho menos alguna otra persona a excepción de los jugadores, podrán anunciar ninguna “caída de aguja” (o de bandera, como dicen los Reglamentos). Eso es responsabilidad absoluta de los contrincantes. Pero prepárese a reclamos por banderas defectuosas, caídas de aguja al momento de dar el mate, jugadores “ambidextros” que con una mano mueven la pieza y con la otra le dan al reloj, y, en eventos por equipo o con menores, toda clase de intervenciones por parte de Delegados, Capitanes, Entrenadores, familiares y hasta mirones que comentan entre ellos.

Ni siquiera cuando te metes a árbitro, te libras de las dificultades del reloj.

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